La consolidación
del Estado Nacional Las administraciones de Eloy Alfaro colocaron los cimientos
del fortalecimiento de la unidad del Estado ecuatoriano. Sus políticas y
acciones de corte institucional unificaron la Sierra, Costa y Amazonía, que
actuaban sin articulación estatal. La creación de instituciones de carácter
nacional fue determinante en ese cometido, según el historiador Juan Paz y
Miño. Por su trascendencia en el proceso de cohesión del país se destaca la
Escuela Militar, que vio la luz con la Revolución Liberal. Ese fue el punto de
partida hacia la profesionalización de lo que hoy son las Fuerzas Armadas, la
segunda institución con mayor credibilidad tras la Iglesia. A partir de su
creación, la carrera militar alcanzó su actual estructura orgánica, hasta
monopolizar el uso de las armas en representación del Estado, algo que no
ocurría en el inicio de la República.
Los derechos y
libertades se extienden Las constituciones liberales de 1897 y de 1906 pusieron
fin a la relación Estado-Iglesia, que por décadas había regido los destinos del
país. En la práctica, esa separación significó que el Gobierno dejase de
proteger e impulsar la religión católica como un eje de la vida de los ecuatorianos.
Ese fue el punto de partida de una ampliación progresiva de las libertades y
derechos en una república que ya no tenía como religión oficial a la católica.
Ese cambio implicó que en el país existiera libertad de cultos y conciencia. A
la par, otros derechos y garantías fueron garantizados, como la libertad de
pensamiento a través de la palabra o de la prensa. El historiador Juan Paz y
Miño recuerda que antes la libertad de prensa estaba controlada por la Iglesia.
El inicio de la
enseñanza universal y pública Con el liberalismo la educación dejó de ser
privilegio para ciertos sectores de la sociedad ecuatoriana, manejado por la
Iglesia. El nuevo marco jurídico dispuso que el Estado sea el encargado de
dirigir y financiar al sistema educativo, bajo principios de universalidad,
gratuidad y laicismo. La Constitución de 1906 establece que la enseñanza
primaria sea obligatoria y gratuita. Y que la educación de artes y oficios
tampoco tenga costo. En este nueva concepción, el Estado ya no tiene la
obligación de financiar la educación religiosa. Para dar paso al nuevo modelo
educativo público, el alfarismo dio el primer paso hacia la creación de los
colegios normales, que preparen a los maestros que garanticen una educación
laica. En la actualidad en el país funciona 28 planteles de este tipo; en Quito
están el Manuela Cañizares y el Juan Montalvo. A la par se crearon colegios que
garanticen la educación gratuita, como el Mejía. A esta nueva estructura se
sumaron los colegios nocturnos, que permitan a los adultos el acceso a las
letras, así como la entrega de becas y el aumento de recursos para montar
almacenes de textos educativos. Hasta 1907, todos estos esfuerzos en materia
educativa se tradujeron en 1 339 escuelas primarias, 12 colegios de enseñanza
secundaria; tres universidades y 30 establecimientos de enseñanza.
El germen de la
participación femenina Las reformas liberales abrieron la puerta para que la
mujer saliera de su ‘celda doméstica’ y se incorporara activamente a la vida
del país. El alfarismo influyó para incorporar a las mujeres a los ámbitos
educativo y laboral. Una de las primeras medidas fue permitir el acceso a la
instrucción regular y laica a las niñas, que hasta entonces solo tenían la
opción de la educación religiosa. Así, se colocaron las primeras bases para su
inclusión con establecimientos femeninos, así como la escuela de artes y
oficios para niñas. Con el objetivo de incentivar a las estudiantes más
destacadas, desde el gobierno de Alfaro se distribuyó becas a sectores pobres.
También ayudó para que varias de ellas se formaran en el exterior como maestras.
En el campo laboral se registraron avances para la mujer, como garantizar su
derecho al trabajo. Este tipo de principios analizados durante las
administraciones de Alfaro dieron frutos en los siguientes gobiernos. Uno de
los más importantes llegó en 1929, cuando se amplió el derecho político del
voto a las mujeres. Además, se fomentó la autonomía económica femenina, al
ampliar hacia ellas la jornada máxima, el salario mínimo, el descanso
obligatorio, la libertad de asociación y la agremiación, el derecho a las
protestas, entre otras.
Tomado de:
http://www.elcomercio.com.ec/politica/aportes-fundamentales-Viejo-Luchador_0_635336666.html.
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